Cómo ser mamá y no querer «fabricar» niños perfectos.

Leyendo el otro día un artículo de Edward Bernays, el sobrino de Sigmund Freud, que hablaba sobre la Infancia en la actualidad, me viene a la cabeza un pensamiento que hace tiempo ronda mi cabeza: No quiero fabricar el niño perfecto.

Observo y hablo a diario con padres preocupados por la educación de sus hijos y que, por supuesto, desean todo lo mejor para ellos. Pero muchas veces, a mi modo de ver, confundimos las necesidades reales de los niños/as. Está muy bien que yo piense en el futuro de mi hijo y que quiera que sea bilingüe, sepa tocar algún instrumento, sea un gran deportista, que hable chino… Aunque por encima de todo esto está el tiempo que dedico a su educación emocional, a estar con él y dedicarle toda mi atención y cariño.

La mayor necesidad de un niño/a es la de pasar tiempo con sus padres; paseando, jugando, leyendo… compartir momentos en familia. Al leer esto algunos pensaréis que por vuestro horario de trabajo no disponéis de todo el tiempo que quisiérais para disfrutar de vuestros hijos.No se trata de cantidad, sino de calidad. Si tienes poco tiempo para pasar con tus hijos, procura que éste sea un tiempo para disfrutar juntos, inventa juegos, colorea con ellos, haced actividades creativas, visitad lugares interesantes, disfrutad de la naturaleza, reiros mucho…

Puede que de mayor sea un gran científico, ingeniero, hable 5 idiomas y sea un virtuoso del violín, pero no será feliz si no ha tenido una infancia en la que haya sentido el cariño y la atención de sus padres. Las relaciones afectivas en la infancia y cómo nosotros las hayamos vivido son la base para el establecimiento de relaciones sanas con las personas que nos rodearán en el futuro. Y por lo tanto, la base de nuestra felicidad futura.

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El valor de un «Gracias»

«De bien nacido es ser agradecido», dice el refrán. Pero el valor de la Gratitud va más allá. La Gratitud es una cualidad humana que nos hace madurar como personas, sentirnos emocionalmente vinculados a alguien y felices de hacer sonreir a los demás. Decir gracias implica el reconocimiento a una labor realizada.

En mi caso esta semana ha sido una semana de agradecimiento: lo he recibido, pero también lo he dado. Todos deseamos hacer nuestro trabajo lo mejor posible y nos esforzamos en ello. Cada día en mi colegio «lucho» por motivar, educar, enseñar y transmitir cariño a mis alumnos/as. Unos días es muy fácil, otros… no tanto.

«Mis niños» son para mí personitas que crecen cada día y necesitan de mi apoyo en ese camino, también de mi ejemplo, mi sonrisa y , sobre todo, mi cariño. Sí, mi cariño, por encima de letras, números, sumas, restas, formas geométricas…Las emociones, desgraciadamente, son las grandes olvidadas en muchas escuelas.

Por todo esto, recibir un «Gracias» de las familias hace que sientas que tu trabajo está siendo reconocido, que transmites el valor de tu profesión a los demás y que estás rodeada de grandes personas. Pero también dí las «Gracias» a Aurora, la «profe» de mi peque por hacerlo sentir feliz y protegido, por su dedicación y porque sé lo dura y poco reconocida que es nuestra profesión. Sus lágrimas de emoción me hicieron sentir más unida a ella y muy satisfecha por ser agradecida con las buenas personas que se cruzan en mi vida.

Os dejo ahora una preciosa poesía de agradecimiento que me regalaron mis compañeros del cole, ya que este año cambio de centro:

Te regalamos un lápiz…

porque en este mundo de computadoras

y avances tecnológicos,

el lápiz sigue siendo la forma más sencilla de comunicar tus ideas.

 

Te regalamos un lápiz…

porque tú como maestra

tendrás la oportunidad de borrar y corregirte

cuando te equivoques.

 

Te regalamos un lápiz…

porque a diario

intentas escribir en el corazón

de los alumnos

la ciencia del amor y la bondad.

 

Te regalamos un lápiz…

para que escribas día a día todas esas virtudes

que por naturaleza posees

y descubras lo grandioso

que eres como ser humano…

 

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Mamá, ¿Qué quieres que sea de mayor?

Después de una larga noche en la que mi bebé de 7 meses no paraba de llorar por culpa de los pequeños dientes de leche que parecen asomar necesitaba algo de motivación para escribir mi post.

Me gusta ver siempre el lado positivo de las cosas, o por lo menos lo intento, aunque reconozco que hay días que me resulta más fácil que otros. En estos momentos es difícil tener esperanza, ya que nos bombardean a diario con malas noticias y situaciones “extremas” que nos hacen tener poca confianza en el futuro. ¿Qué vida le espera a mi pequeño Miguel? ¿Qué me gustaría que fuera de mayor? ¿ En qué valores quiero educar a mi hijo?

La Educación es la base de la futura vida de cualquier niño y marcará para siempre su manera de relacionarse con el mundo y la vida que le espera. Cuando hablo de Educación no me refiero a que aprenda a leer a los 3 años o gane un premio en la Olimpiada Matemática de su colegio. No me refiero tampoco a que estudie una complicada ingeniería que el día de mañana le haga ganar muchos euros al mes. No se trata de esto, me refiero a la EDUCACIÓN con mayúsculas, a otro tipo de Educación, que no es exclusiva de la Escuela: la EDUCACIÓN EMOCIONAL. Una Educación que te prepara para desenvolverte en el día a día y triunfar, que te hace ser fuerte y no rendirte ante los fracasos.

La Educación Emocional es fundamental para ser feliz y eso es lo que cualquier madre quiere para su hijo, que sea FELIZ. Nada es seguro en la vida y continuamente nos hacemos muchas preguntas y dudamos del camino que debemos elegir.

Por esto, educaré a Miguel para :

      Que consiga ser una persona autónoma, independiente.

      Que no pierda la esperanza, aunque el futuro sea muy negro, siempre hay que tener ilusión en que lo mejor está por llegar.

      Que sepa superar las dificultades, que se levante una y mil veces cuando caiga y tenga la capacidad de empezar de cero.

      Que descubra su propio talento, su pasión, su sueño y aprenda que sólo con mucho trabajo y esfuerzo lo podrá alcanzar.

      Que no pierda nunca la curiosidad y la capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas.

      Que valore lo importante que es como persona y que las posibilidades que se le ofrecen son infinitas.

      Que huya de personas y mensajes negativos porque pueden “contagiarle”.

      Que siga avanzando y nunca eche la culpa de no haber conseguido algo a los demás.

      Que se agarre con fuerza a lo positivo.

      Que descubra algún día que la familia es lo más importante.

Y sobre todo, que sea él, que dé gracias por lo que tiene, que sepa querer a los demás y que lo quieran.Imagen