Por fin ya casi estamos en Navidad, ¿por fin? no sé, no sé…
Todos los años durante estas fechas soy capaz de vivir dos estados de ánimo al mismo tiempo; por una parte estoy deseando revivir la ilusión de todo lo navideño y reencontrarme con la familia que está lejos, por otro, se me acumulan las cosas que hacer y pienso que no voy a llegar con salud al 25 de diciembre.
Se me acumula el trabajo en el colegio, es el final de trimestre; evaluaciones, informes, reuniones, festival de villancicos navideños, entrega de trabajos, decoraciones navideñas, niños nerviosos porque falta poco para que lleguen los Reyes y Papá Noel…
En casa, ya estamos pensando en hacer las maletas para salir pitando de Madrid el día 20 y con el coche cargado hasta arriba de trastos para pasar una semana fuera. Lo que significa poner un millón de lavadoras, planchar, planchar y planchar, además de dejarlo todo ordenado para que cuando volvamos no nos entre la depresión post-navideña.
Y mientras tanto hay que decorar el árbol, poner el Belén, buscar o fabricar un disfraz para el peque y elaborar el trabajo manual de este año en la Escuela Infantil. Visto así, parece sólo una lista de obligaciones a las que llegaré, pero que me harán caer agotada en el sofá de casa de mis padres el día 20 cuando vuelva por Navidad.
Pero este año me he propuesto vivirlo todo de otra manera, no sé si lo conseguiré, pero quiero tener momentos de paz y de diversión en familia mientras nos preparamos para las fiestas.
Os pongo un ejemplo, el viernes nos dieron en la Escuela Infantil de Miguel, un trabajo manual para hacer en casa, una huevera que hay que pintar de verde y decorar como nos guste. Pues nos pusimos manos a la obra, pero no lo hemos hecho con prisas y sin disfrutar de este momento en familia. Pasos que hemos seguido:
– Ir juntos a comprar los materiales que necesitábamos, dejando escoger al peque (en la medida de lo posible) los que más le llamaban la atención.
– Preparar el ambiente, encendiendo el árbol de Navidad antes de sentarnos a hacer el trabajo, poniendo villancicos y explicando a mi peque que lo que vamos a hacer es para decorar su cole en Navidad.
– Olvidarme de todas las cosas pendientes que tengo que hacer del trabajo y de casa. Éste es nuestro momento y nada nos lo va a estropear.
– Dejar a Miguel que «guarree» todo lo que quiera con la pintura de dedos, aún a riesgo de que acabe todo pringado.
– Inmortalizar este momento, que no se volverá a repetir, haciendo fotos.
– Reirme y disfrutar con mi hijo.
Creo que ha funcionado, ya que nos ha quedado bastante bien y hemos pasado un rato divertido en familia que era de lo que se trataba. Aquí os dejo la prueba:

¿Sentís que no llegáis a todo durante estas fechas? ¿Disfrutáis en familia o todo se convierte en una obligación? ¿Os gusta la Navidad? Vuestros comentarios son importantes para mí 🙂